sábado, 18 de mayo de 2013

El punto.

Chicos:

Aprender cualquier asignatura es muy difícil si no se cuenta con las herramientas básicas del lenguaje.

El lenguaje surgió hace cientos de miles de años cuando estaba ocurriendo la formación de nuestra especie de ancestros de otra especie de nuestro género Homo.

El lenguaje fue gestual y luego oral. Permaneció así durante unos 250 mil años. Hace sólo hace unos miles de años devino en lenguaje escrito. Todavía hay poblaciones humanas analfabetas, es decir, que aún no incorporan el lenguaje escrito a sus vidas.

El lenguaje escrito también evoluciona. No entraremos en detalles, pero el lenguaje escrito no siempre contó con signos de puntuación. Entender un texto así, sin signos, era todo un reto. Los signos son pistas tipográficas que facilitan la comprensión.



Tengo la impresión de que al leer los textos, muchos de mis alumnos no toman en cuenta los signos de puntuación. Eso dificulta el aprendizaje. Hay que saber leerlos para entender un texto. 

Por ejemplo, un texto sin signos de puntuación es ambiguo:


EL TESTAMENTO

Se cuenta que un señor, por ignorancia o malicia, dejó al morir el siguiente testamento sin signos de puntuación:
«Dejo mis bienes a mi sobrino Juan no a mi hermano Luis tampoco jamás se pagará la cuenta al sastre nunca de ningún modo para los jesuitas todo lo dicho es mi deseo».

El juez encargado de resolver el testamento reunió a los posibles herederos, es decir, al sobrino Juan, al hermano Luis, al sastre y a los jesuitas y les entregó una copia del confuso testamento con objeto de que le ayudaran a resolver el dilema. Al día siguiente cada heredero aportó al juez una copia del testamento con signos de puntuación.
Juan, el sobrino: «Dejo mis bienes a mi sobrino Juan. No a mi hermano Luis. Tampoco, jamás, se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».
Luis, el hermano: «¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¡A mi hermano Luis!. Tampoco, jamás, se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».
El sastre: «¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco, jamás. Se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».
Los jesuitas: «¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco, jamás. ¿Se pagará la cuenta al sastre? Nunca, de ningún modo. Para los jesuitas todo. Lo dicho es mi deseo».
El juez todavía pudo añadir otra interpretación:
«¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco. Jamás se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».

Así que el señor juez, ante la imposibilidad de nombrar heredero, tomó la siguiente decisión: «... por lo que no resultando herederos para esta herencia, yo, el Juez me incauto de ella en nombre del Estado y sin más que tratar queda terminado el asunto».

Los signos de puntuación se inventaron para facilitar la comprensión. El enlace explica la teoría básica del "punto".  

E

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